11 de noviembre de 2006

TRES BREVÍSIMAS HISTORIAS DE AMOR

Un amor colectivo que pudo haber sido
Ese día eran casi las 12:30, por aquel entonces Roberto Martín Poe, mejor conocido como “el Cholo”, entraba a trabajar a las 13:00 en punto, llevaba una latita de Mirinda de Pomelo casi llena. Hacía ya unos 15 minutos que venía dando vueltas y vueltas en el 60, por lugares completamente desconocidos para él. El colectivo estaba lleno, eran unos cuantos, entre chicos, muchachos y señores, la mayoría de estos últimos de muy escasa cabellera. El Cholo nunca olvidaría el olor que poco a poco se acumularía allí dentro.
Al cabo de unas estaciones se subieron 3 chicas, a cuál mas linda. Las miro largamente, deseó al menos animarse a hablar con una de ellas, pero no pudo decidirse por ninguna y por lo que imaginó, ninguno de los pasajeros restantes tampoco.
Todo paso en silencio, a excepción de algunos improperios del conductor hacia los taxistas que decoraban el paisaje porteño mas allá de las mugrientas ventanillas y de las chicas que hablaron poco y en voz muy baja.
Finalmente, en medio de un hondo estado de desconcierto general, las chicas se bajaron, cerca del Botánico. Solo una estación después, se bajo El Cholo.
La latita de Mirinda seguía casi llena, pero ya estaba intomable y pegoteada, se quedo un rato extrañado observando el entorno, se había equivocado de colectivo.



Un amor casi extranjero que si fue


Un día en un local de “todo por $ 2” de Las Toninas, se encuentran dos viejos amigos:
-Ni Hao, como andas Yamila Gómez Von Smith?
-Ando bárbara, ando, y vos Marcelo Se Tung?
-Good, very good. Do you give me a lindo ósculo?
-Ehhhh... bueno si, dale.
-Xie xie. Can i touch tu couchuflete?
-Da, pero before casémonos.
-Ok, vale.



Un amor que no pudo ser


En un boliche de onda, un viernes a la noche, ya medio de madrugada, suena una cumbia muy pero muy berreta.
Ricardo Goethe, cuidando su vaso de fresita se acerca a una voluptuosa rubia, que como una escultura griega permanece inmaculadamente inmóvil, posando para los ojos de los deseosos hombres.
-Hola, como te llamas?-le lanza Ricardo, con su mejor sonrisa de galán conquistador, al tiempo que no muy subrepticiamente desliza una mano por la cintura de la rubia.
-Salí de acá degenerado de mierda !-dice ella desesperadamente y con cara de asco.
Pocos minutos después, los 4 patovicas del lugar, siguen practicando su Tae Kwon Do con el ya inerte cuerpo de Ricardo.



Moralejas finales
Fijate bien que colectivo vas a tomar, podes llegar tarde al laburo.
Si vas a toquetear a una chica, tenés que tener en cuenta que ella puede querer casarse.
La fresita es muy fea, proba con un tinto.

Gracias Alexis por estas palabras

2 comentarios:

umbrator dijo...

De tanto en tanto, alguna cosa se me ocurre, no es gran cosa, pero bueno...
Debo aclarar que algunas de estas historia, o parte de ellas son ciertas... lo que hace de la vida un lugar aun mas tragico.

LAlesi Fiordo Kioo

Lord dijo...

Fiordo, sos uno de los ultimos grandes literatas del siglo pasado... :P